Sunday, January 9, 2011

Mas de queso – una aventura que tuve en mediados de Diciembre 2010


Hoy ha sido el día – por fin – en el que he llevado a cabo mi deseo de reverte. Había olvidado tu cara porque al día de conocerte hace una semana – he perdido gradualmente tu imagen. A lo largo de la semana vine una, dos, tres veces pero no estabas, “ya se ha ido” me dijeron las camareras (¿o dependientes, como trabajan dentro de un supermercado que tiene un café?). Ahora sigo una de ellas, esa mujer es muy agradable y sin preguntarme mucho me dirigió “Venga, esta allí” gesticulando me dijo “sígame.” Tenía un poco de ansiedad “¿si no te reconozco?” O peor, ¿si no me reconoces a mí?

Pero al verte, el imagen borroso que tenía fue revitalizado y te reconocí sin problema. Como aquel día, ibas de cocinero, con el buenísimo vestuario que llevabas. Chaqueta blanca y botones negros que reflejaban el color de tu pelo – negro, pero mezclado con unos canosos. No puedes tener más de treinta años y por eso tienes que ser una persona especial a la que salen los pelos canosos temprano. Y tu cara madura y a la vez joven. Y tus ojos azules maravillosos bajo de cejas gordas me parecían místicas. “Peter, hay alguien que desea verte” te dijo tu colega y mi mirada te llamó la atención a ti, dejando de hablar con un hombre mayor, sin duda tu colega, sino tu jefe. Luego te acercaste a la salida de la baja pared que te definía una especie de despacho abierto.

“¿Si?”

“Hola Peter ¿te acuerdas de mí? Nos conocimos hace una semana…”

“Si, pediste el bocadillo con brie

No te has olvidado de mí. Sí, te llevé el queso brie y te pregunté si era posible hacerme un bocadillo a partir de el, como no había brie en el menu del café-sito de Woerman brock. Ya sabía que podía pedir un bocadillo especial a una dependiente cualquiera, pero a los pocos momentos de verte, no quería salir del supermercado sin hablar con tigo o hacerte fijarte en migo. Y ahora, nota que conseguí. Sí, te llevé el queso brie y te pregunté si era posible hacerme un bocadillo a partir de el, como no había brie en el menu del café-sito de Woerman brock. Tu respeusta fue positiva y tu voz dulce y cutre. La atención que me prestaban tus ojos me robaron el corazón. Y por eso me encuentro aquí a delante de ti. ¿Por qué has dicho “gracias skattie a tu colega al agradecerla por hacer mi bocadillo? Esa es una expresión que solo un homosexual usaría ¿no? Pues, espero que seas como yo. Y por eso estoy aquí delante de ti.

“¡Si! Fue yo, ¿Y cómo te lo acuerdas?...el brié y sobre todo quedé impresionado por tu servicio agradable y profesional y pues es muy difícil conocer a alguien en terreno laboral y por esto quiero invitarte a salir a tomar un té frío conmigo…” ¡Ahora me doy cuenta que en realidad tus ojos eran marrones! Y en seguida, antes de que mi ansiedad pudiera crecer has destruido mi otra ilusión. Levantaste tu mano mostrando el anillo argente que llevaba tu cuarto dedo y dijiste:

“Es que estoy casado” desvolviéndome la sonrisa que tenía en mi cara para esconder qué tal nervioso estaba. Me echaste una mirada caliente y así no me daba vergüenza de tomar la palabra otra vez.

“Bueno imagino que le dabas alegría a tu mujer ¿no?”

“¡Sí! Y tuvimos nuestro primero hijo este año.”

Increíblemente, no tenía la sensación que la gente estaba pendiente de todo lo que decíamos – continuaban haciendo la compra mientras tus colegas siguen hablando entre ellos detrás de ti. Pero estabas más buen fuera el despacho, no exactamente al lado, pero tampoco dentro, es decir, habías salido del espacio formal para hablar conmigo. Entonces le pregunté

“¿Y no estas ofendido?” Se suponía que entendieras lo a que me estuve refiriendo. “No, al contario, es un piropo”

“Muchas gracias, por haber entendido”

“De nada, y bueno, ofrecemos siempre servicio bueno a nuestros clientes” añadiste.

“Bueno, pienso que ahora conviene que vaya a buscar el brie…”

“Vale, y te podría hacer un bocadillo de brie si quisieras”

No he respondido a tu propuesto ya que estaba dirigiéndome hacia los quesos y no quería decirte “no está bien, no hace falta ya que no me te puedo traer a mi”

Y así pasó mi intento de ligar con alguien que trabaja como cocinero en un supermercado en el barrio más pijo de Windhoek. ¿Quién podía saber que iba a ser tan agradable y majo?” Al salir de la tienda, le estreché la mano a él saludándolo y me desvolvió el saludo. Un historia que se acabó bien, decimos ¿no? Bueno tengo muchas ganas de conocer los chicos por venir.

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